miércoles, 13 de julio de 2011

Para los que esperan a su Mesías, por Ibn Asad



PARA LOS QUE ESPERAN A SU MESíAS por Ibn Asad 7-7-2011


El Samkhya es la vía de especulación metafísica más antigua de India y hunde sus raíces en tiempos indatables. Un adagio que aparece en casi todos los textos Samkhya (incluido, por ejemplo, el Samkhya Sutra) es “la esperanza es la mayor tortura y la peor desgracia que existe.” La voz sánscrita que se suele traducir como “esperanza” es “trsna”, que tendría también la acepción de “sed”. Por lo tanto, para el espíritu indio (el ario y el no-ario; los dos) la esperanza es privación, debilidad, negación, algo siempre negativo. Esto contrasta muchísimo con lo positivo de la esperanza como virtud religiosa cristiana y, de alguna forma, con la idea de “amal” de algunos musulmanes.
 


Mientras el esperanzado hindú es valorado como un tarado ignorante (avidya; pashu), el esperanzado judeocristiano es alguien cerca de la santidad y la salvación. Por respeto a las creencias de cada uno y lealtad a la inteligencia humana, prefiero definirme sin ambigüedades: yo estoy aquí para arrancar de cuajo toda esperanza. Por lo tanto, a quien por su idiosincrasia sólo puede verme como un agresor, le recomiendo que deje de leer este artículo ahora mismo, no vaya a ser que lo leído le haga pupa. Aviso: después que no se me pidan cuentas de platos rotos cuando ya antes advertí cuál es uno de los pocos deportes que me gusta; el tiro al plato.


Pasado ese filtro, puedo hablar directamente del mesianismo en su sentido completo. Completo, digo, porque hay un mesianismo propio, teológico y doctrinal; y hay un mesianismo inconsciente, histérico y típico de estos tiempos que afecta a todos los ámbitos, no sólo el vapuleado ámbito religioso. El mesianismo es “toda confianza inmotivada y desmedida en un agente bienhechor que se espera.” Ciñéndonos a esta definición, los mesiánicos no sólo son religiosos que esperan a su particular “elegido” (en hebreo, maschíaj, “ungido”, “señalado”), sino también personas completamente inconscientes de serlo. 


Breve lista de actuales mesiánicos inconscientes: los new-age, los neo-nazis, los socialistas, los raelianos, los progresistas, los marxistas de libro, los comunistas, los transhumanistas… todos ellos esperan algo exterior proyectado en el futuro (un regreso, un personaje, una era propicia, un fin de un sistema económico, la llegada de un meteorito, lo que sea) que les va a salvar de su tortuoso presente. ¿Qué tortura es esa? La peor que señaló el sabio Kapila: la esperanza infundada. Y digo lo de infundada a sabiendas de la redundancia, pues ¿acaso existe alguna esperanza que tenga un sólido fundamento? Ay, ay, ay… pues claro que no existe, queridos míos.


Hay algunas cosas que he aprendido como escritor y que no tengo inconveniente en transmitir aquí para retribuir a quienes me han enseñado tanto, los lectores. Algo aprendido: gran porcentaje de los que dicen estar interesados por la verdad, por el conocimiento, por la ciencia, por la religión, etc, no lo están. Ni un poco. Se excusan con curiosidades e intereses nobles, pero en realidad buscan desesperadamente una única cosa: una cómoda salvación prêt-à-porter. Creo que en este blog se les llama “borregomatrix”: tipos que exigen que alguien del exterior les diga una versión oficial, les diga la verdad, les informe, les diga “qué hacer”, les guíe, les esperance, y –finalmente- les salve. 


Este infantilismo intelectual está generalizado hoy en día y se extiende a todos los dominios: el político (por ejemplo, el que se adhiere a un partido que promete un futuro con “mejor calidad de vida”), el económico (por ejemplo, el que defiende un sistema que promete un futuro de continuo crecimiento y progreso), el científico (por ejemplo, el que se interesa por investigaciones científicas que prometen un futuro con “seres humanos mejorados”). 


Se trata de delegar responsabilidades en el exterior y edulcorar un pobre presente a través de un futuro inventado que jamás llegará. Así se construyen los diferentes mesías particulares y los chicos listos montan su negocio alrededor de ellos. Pues no hay que olvidar que el consumidor mesiánico acostumbra a reclamar un plan de salvación, y no tiene inconveniente en pagar por él. Quien conozca las leyes del mercado (por ejemplo, mi audaz amigo Llinares), sabe que ante tal demanda, aparecerá una amplia oferta: existen sofisticadas estructuras comerciales en manos de traficantes de esperanza.


Pues la esperanza es un producto de consumo muy interesante para cualquier empresario listo: no necesita stock, no necesita transporte, no necesita fiscalización, no paga aduana, y –sobre todo- no tiene fecha de caducidad. La esperanza es vendida por sus traficantes siempre proyectada en un eterno futuro, como la zanahoria que se ata a una cuerda con un palo que el montador de un asno usa para que la bestia ande. Hoy en día podéis ver muchos traficantes de esperanza, muchos jinetes con zanahoria… pero si hay tantos, es porque hay muchísimos más esperanzados y burros. La mayoría de estos consumidores de esperanza son inconscientes de serlo mientras pagan el diezmo de su iglesia, las tasas de su universidad, la cuota de su partido político, el taller de su explotador new-age, la mensualidad de su ONG…


Técnicas avanzadas de Marketing


Los pioneros en esta eficiente estrategia comercial fue –quién lo duda- la Iglesia Católica, como dejó constancia en 1517 el mameluco agustino Martin Lutero con su crítica a las indulgencias. El protestantismo pronto aprendió las mismas técnicas (esto lo saben bien los lectores norteamericanos, mexicanos o brasileños); y quien haya investigado a las innúmeras sectas cristanoide-protestantes que crecieron como setas a lo largo del siglo XX, sabrá que en la actualidad existen reverendos, padres y expertos en publicidad religiosa vendiendo parcelas de cielo en cuotas mensuales. Toda secta new-age hace esencialmente lo mismo.


Sin embargo, no conviene mezclar churras con merinas (expresión en homenaje a mi amigo cántabro –y por tanto, buen ganadero- Luis Carlos Campos). Una cosa es el mesianismo propiamente dicho (el religioso) y otra cosa es el histerismo mesiánico de aquellos que en estos tiempos se agarran a un clavo ardiendo (y además, pagan por ello). Distingo entre un mesianismo tradicional y un mesianismo moderno. No estoy diciendo que uno sea “bueno” y el otro sea “malo”. No: digo que uno ya prácticamente no existe (y por lo tanto, no se conoce) y el otro está generalizado en todos los dominios (y por lo tanto, lo conocemos demasiado bien). 


Vamos por partes.


Principios de Pastoreo Ibérico
Merina y Churra: La oveja mora (de origen africano-andalusí) y la oveja cristiana (de origen castellano)


El mesianismo propiamente dicho: Todo mesianismo religioso que pueda llamarse así con rigor, tiene un origen hebreo. El “Mesías” es el “ungido” (“maschíaj”, en hebreo) que se espera. Hay textos del Tanaj que pueden considerarse llamadas mesiánicas, desde pasajes del Génesis hasta otros de los libros proféticos. Fuera como fuese, el mesianismo hebreo cristaliza en un fenómeno que es referido en griego, el cristianismo. Pues el “Mesías” fue llamado en griego, “Kjristós”, el “señalado”, el “ungido”, en otras palabras “El Cristo”. Por lo tanto, el cristianismo original surge de este contexto mesiánico-hebreo como una secta herética que, tras romper con la ortodoxia de su contexto, se heleniza. 


Hay que puntualizar algo: las teorías escatológicas hebreas tienen (aún hoy) una doble lectura; una esotérica (reducida a pocos; cerrada y elitista) y otra exotérica (abierta a todos; popular) que se apoya en el proceso histórico. Por mis lecturas de manuscritos coptos (estoy aprendiendo copto a través de las brillantes clases de la atractiva Profesora Honrubia), estoy seguro de que el “Mesías” de las primeras comunidades cristianas era un principio esotérico que poco o nada tenía que ver con una esperada figura histórica. Lo que ocurre es que tras los trabajos de fijación canónica de teólogos, padres eclesiásticos y obispos como Ireneo de Lyon (“santo” del Siglo II que persiguió con violencia toda corriente gnóstica), en el Siglo XXI poco podemos saber del mesianismo gnóstico original, es decir, el verdadero cristianismo. 


¿Existió el gnosticismo cristiano? Sí, claro que existió. Sin embargo, hoy podemos saber muy poquito de él. Y conviene reconocerlo para no ser presa de pseudo-gnosticismos recientes (nunca antes del Siglo XIX) que hablan de “experiencias crísticas” y demás desvaríos ocultistas. En la actualidad, del Gnosticismo restan vestigios fragmentados y líneas iniciáticas literalmente invisibles. Fuera de ahí, no existe gnosticismo verdadero en la Europa moderna, sólo un hatajo de afeminados que no saben que lo que llaman “energía crística” no es otra cosa que una incipiente almorrana que conviene tratar cuanto antes.


Por extensión, existen otras lecturas que pueden considerarse mesiánicas en tradiciones no cristianas. En el Islam existe un agente bienhechor que se espera dentro de lo que sería la doctrina escatológica musulmana, Imán Mahdi. Se trata de un concepto tradicional que, como tal, tiene dos lecturas: una interior y esotérica reservada a círculos cerrados (lo que se llama tasawwuf), y otra exotérica y abierta a todos los musulmanes. En un artículo como éste, sólo puede abordarse la segunda. La lectura exotérica de los hadices alrededor del Imán Mahdi hablan de un mesianismo insertado en el tiempo futuro: Mahdi se manifestará justo antes del Día del Juicio (Yaum al-Qiyamah), aniquilará al falso mesías (al Dajjal), y el Islam triunfará. Existe una doctrina escatológica islámica propia de un núcleo esotérico al que no tenemos acceso. Eso es así. 


Por otro lado, existen múltiples lecturas exotéricas excesivas y malintencionadísimas apoyadas en Mahdi, que en última instancia sirven al Dajjal, tanto en suníes como en chiíes. Por ejemplo, el actual presidente de la República Islámica de Irán, Mahmoud Ahmadinejad anunció la llegada inminente del Imán Mahdi en 2008. Por cierto, Ahmadinejad anuncia a Mahdi en inglés y en farsi, pero no en árabe; y para que los lectores españoles lo entiendan, esto puede compararse a un cantaor flamenco que hace versiones de Camarón de la Isla en ruso y en griego.


Con mucha probabilidad, Ahmadinejad volverá a citar a Mahdi en los próximos años. Ojalá me equivoque, pero creo que lo citará demasiado.


Mahmoud Ahmadinejad con un amigo anónimo


Como otro ejemplo de mesianismo dentro de tradiciones no judeocristianas, se puede citar la escatología vaisnava y la doctrina del Kalkiavatara. Por ejemplo, en Kalki Purana, en Bhagavata Purana, en Vayu Purana y otras fuentes védicas, se habla del avatar esperado. Este “avatar” es un concepto importante dentro de una escatología muy elaborada, y no es el protagonista de una superproducción de Hollywood. No obstante, no es casual que la 20th Century Fox de Rupert Murdoch titulara a su superproducción, “Avatar”. Se trata de pisotear e invertir todo principio cultural auténtico. Un claro ejemplo de inversión luciferina: se roba una voz doctrinal (“avatar”), se hace por ordenador un muñecajo con el mismo color de piel que Krsna, y se le hace protagonista de una ficción sobre un proyecto biotecnológico en manos de un ejército imperialista extraplanetario. ¿Sabemos que es un avatar? No lo sabemos ni lo podemos saber, pues desde 2009 la Industria del Cine condicionó y mutiló la capacidad de conocimiento sobre la materia para siempre. Me voy a permitir hacer una pregunta retórica que no puedo evitar hacer: ¿Cómo se puede ser tan canalla?


Krsna, el octavo avatar de Vishnú “Avatar”, la superproducción de Rupert Murdoch
Sin embargo todas estas zarandajas nos llevan directamente a la locura moderna, donde el mesianismo se extrapola hacia una histeria salvacionista extendida como epidemia. Llamémosles “mesiánicos modernos”: entre ellos se odian y discuten acaloradamente, inconscientes de que todos comparten una misma ilusión, a saber, esperar algo que jamás llegará.


Mesianismo moderno: La mentalidad mesiánica se saca de quicio en desesperadas búsquedas profanas de un agente futuro proyectado en la política, la ciencia, la historia, creencias neo-espiritualistas, etc. Porque poco importa cómo se llamen y se definan, los inconscientes mesiánicos modernos comparten algo: creer en alguien o algo exterior que llegará en un futuro más o menos próximo. Entre ellos discuten, se critican y se combaten con dureza. Todos esperan. 


Los neo-nazis esperan el regreso de su amado Führer y su batalla final. ¿Qué hacen mientras esperan? Ven partidos de fútbol y pegan palizas a mendigos e indigentes. 


Los comunistas esperan el fin del capitalismo y la abolición de las clases sociales. ¿Qué hacen mientras esperan? Consumen, se disfrazan de pordioseros, y nos aburren en las tertulias de bar. 


Los transhumanistas esperan “la superación de la condición humana” a través de la tecnología. ¿Qué hacen mientras esperan? Leen revistas de divulgación científica, manosean su e-phone, y se atiborran a pastillas para aplacar su miedo a la muerte. 


Los ecologistas esperan que la ciencia ambientalista arroje un modelo de producción “sustentable”. ¿Qué hacen mientras esperan? Se jactan de su santidad ciudadana por ir al trabajo en bicicleta eléctrica, darse duchas de dos minutos y pagar el impuesto revolucionario de lo “ecológicamente correcto”. 


Los raeliano-ufológicos esperan que llegue un comandante interestelar y les lleve en su nave espacial. ¿Qué hacen mientras esperan? Ven películas de Hollywood sobre marcianitos, se ponen gorritos estrafalarios, y visten camisetas con el mensaje “I want to believe”. 


Los miembros de los partidos políticos esperan que su partido llegue al gobierno con su mesías negro, su mesías mujer o su mesías gay. ¿Qué hacen mientras esperan? Ven la tele, leen sus periódicos ideológicos, y opinan sobre nimiedades en sus blogs y redes sociales. 


Los new-age esperan la era astrológica de Acuario, la llegada de un meteorito, o el año 2012. ¿Qué hacen mientras esperan? Hablar grandilocuentemente sobre “consciencia” y “evolución” mientras dan la tabarra con las dietas macrobióticas, los cristales de cuarzo y los cuencos tibetanos. 


Todos esperan. Todos esperan. Todos esperan. ¿Qué tienen de peculiar estos mesiánicos modernos? Pues que a éstos, además de esperar, les da por hacer el canelo.


Comencé este artículo citando la primera y más antigua vía de especulación metafísica india: el Samkhya. Lo concluyo con la última y final: el Vedanta. Vedanta es etimológicamente el final (anta) del conocimiento (veda); y es una de las perspectivas (darshana) de las seis ortodoxas hindúes. Por lo tanto, con el Vedanta finaliza el veda, y con el Vedanta cerramos este post. El mayor exponente vedántico en cuanto a inteligencia y creatividad fue Shankara-Acharia, una figura impresionante de lo que sería cronológicamente el Siglo IX de la era cristiana. 


Hoy todo el mundo conoce a Platón, Tomás de Aquino, Descartes o Nietzsche; y sin embargo pocos fuera de India reconocen la figura histórica y filosófica de Shankara-Acharia. En lengua española, me consta que la obra de Shankara sólo es conocida por bichos cuyo hábitat es el ostracismo (como, por ejemplo, un servidor), por encantadoras e inquietas rara avis (como algunos de los lectores de este blog) y por unos pocos eruditos contracorriente (como la admiradísima Doctora Martín). Shankara no fue sólo un maestro (acharya), sino que también fue, como diría Victor Brossa, un verdadero “maestro creador”. Escribió los comentarios más valorados de los textos sagrados de India, armó todo un sistema dialéctico impecable e insuperable, compuso poemas y canciones de un lirismo inédito, y golpeó las falacias materialistas y salvacionistas con una dureza sobrecogedora. Concluyamos el artículo con una traducción de uno de sus poemas.


“Hay una sola cobardía, pero dos tipos de cobardes:
los que añoran el pasado y los que esperan el futuro.


¿Acaso no estás luchando hoy?


Los soldados luchan con vistas a cumplir su servicio.
Los mercenarios luchan con vistas a los pagos prometidos.
Los guerreros luchan con vistas a la victoria.
Pero el héroe (“vira”), ¿por qué lucha?
El héroe lucha porque esa es su naturaleza.
Él no debe nada.
Él no ansía nada.
Él no busca nada.
Lucha como la luna brilla y la bailarina danza.”
Y yo me pregunto: ¿Cuántos héroes me estarán escuchando?
Ibn Asad www.ibnasad.com

2 comentarios:

Related Posts with Thumbnails

Datos personales